Hace poco menos de un año, en el taller de masaje que ofrece el centro de salud de nuestra localidad, se produjo un encuentro fortuito de varias mujeres, y digo fortuito porque no conocíamos de nuestra existencia antes de aquel día, no habíamos coincidido en las clases de preparación al parto ni sabíamos lo que el tiempo iba a deparar meses después de aquel primer encuentro ; unas mamas primerizas con gran deseo de aprender y dar lo mejor de ellas mismas al nuevo huésped que acababa de instalarse en sus hogares.
Esas mamis de las que hablo son mis compañeras de batalla y nos hemos propuesto hacer una sana guerra contra los sistemas establecidos para ofrecer a nuestros hijos una educación y formación íntegras con una bella finalidad: que sean libres para elegir su propio camino, que sean personas íntegras en los diferentes planos físico, mental, espiritual, sin competir ni comparar, creciendo de forma individual cooperando por el bien común y mejorando sus cualidades, capacidades y habilidades personales.
Aunque suene utópico, los sueños despiertan la futura realidad y nosotras lucharemos con ahínco y mucha alegría para que nuestros hijos, la sociedad del mañana, sean felices por ser como son, por ser quienes son y no por todas esas cosas que la sociedad actual nos dice que tenemos que serlo.
Aquí comienza nuestra historia, sólo acaba de empezar...
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